Iglesia «casta y prostituta»: Una mentira a desmentir.
Adrián Cativelli publicaba en su blog, un poco indignado, que la Iglesia del Paraguay mostraba su cara de «Puta (sic), también, en miras a las miserias e ignominias de la abrumadora mayoría de sus miembros, incluidos muchos de aquellos que integraron e integran sus estructuras jerárquicas» al oponerse a la Ley contra la discriminación que se asomaba como una suerte de mordaza para no hablar ya acerca de ningún tema que pudiese molestar a los lobbyes de todo tipo.
Esta afirmación, tan inapropiada como demostrativa de su ignorancia supina, se debe a aquella frase -de verdad prostituída- según la cual muchos (sic) padres de la Iglesia, entre ellos San Agustín, supuestamente habrían sostenido que la Iglesia era «casta y prostituta».
En el siguiente artículo publicado hace un tiempo por Sandro Magister desmiente esta idea de la propaganda progresista, aludiendo para eso al texto donde el mismo San Ambrosio utiliza la tan polémica frase.
No, señores. La Iglesia no es «santa y pecadora». Ella es santa y tiene por misión conservar la santidad en el mundo. Santidad que debe ser resguardada aún a costas de los insultos y contradicciones de este mundo que rechazada a su mismo creador y a su enviado, Jesucristo.