Para odiar el error
El que «critica» no lo hace por verlo todo mal –como los pesimistas «criticones»– sino que porque ama la verdad. Dicho de otro modo: para odiar el error, antes es necesario amar la verdad.
El que «critica» no lo hace por verlo todo mal –como los pesimistas «criticones»– sino que porque ama la verdad. Dicho de otro modo: para odiar el error, antes es necesario amar la verdad.
Hemos escuchado cuando niños –al menos los que son de mi generación– que la base de la sociedad es la familia, como célula fundamental. O sea, que la sociedad está formada principalmente por el conjunto de las familias y que estas, a su vez estimulan la creación y organización de otras instituciones intermedias necesarias para su sustento.
Un pecado muy común del apostolado moderno es el voluntarismo: aquella vieja herejía según la cual bastan nuestras obras para alcanzar la salvación. Este voluntarismo «católico» de nuestros tiempos ataca principalmente al apostolado; su interés es práctico, porque no quiere cambiar la doctrina, sino simplemente «mejorar la pastoral».
Mi mensaje de Navidad para la Comunidad Misionera de Jesús, sus benefactores y sus apostolados. ¡Feliz Navidad y próspero año nuevo!
¿Quién que haya leído «La restauración de la cultura cristiana» o los libros de Tolkien o el «Despertar de la señorita Prim» no pensó en dejarlo todo y buscar un lugar donde reposar para construir esa vida de la que tanto hablan esos autores?
Natalia Sanmartín, autora del «Despertar», nos da una luz para que entendamos la misión que nos toca a los que hoy hemos redescubierto un mundo que ya no existe, y que, al mismo tiempo, anhelamos intensamente lo que deseamos rehacer.
A mis amigos que comparten mis mismos ideales, una lectura obligada, de pluma ajena, para seguir pensando y deseando vivir un día en San Ireneo de Arnois.
«Yo seré militar, para que mi hijo sea agricultor, para que mi nieto sea poeta».
Un buen maestro mío me suele insistir en que jamás sea "apocalíptico", o sea, que nunca me de por vencido ni piense que todo está acabado y que hemos de dejar de combatir el "buen combate". Le doy la…
El día 4 de febrero de 2015 varios cantantes ofrecieron un concierto en el aula Paulo VI del Vaticano. El concierto se llamaba «Todos somos Jesús». Parece ser que el Papa también estaba allí. Entre los cantantes se encontraban, por lo que pude ver, además de los católicos (Martín Valverde, Kiki Troia y Daniel Poli) otros dos artistas protestantes, Alex Campos, conocido cantautor, y el grupo Rescate, de Argentina.
Lo más interesante de todo, no es la reacción de los católicos, que ya están acostumbrados a estas actuaciones ecuménicas. Lo interesante es la reacción de los protestantes evangélicos, que se portaron totalmente de acuerdo a su doctrina. Quiero mostrarles qué coherentes fueron ellos, y que incoherentes somos nosotros los católicos.
Mucho se habla de los «signos de los tiempos», pero en realidad casi nadie sabe a ciencia cierta qué será eso de «los signos». Algunos piensan que se tratara una suerte de «señal de lo que Dios quiere que hagamos», pero en realidad, según el contexto de las palabras de Mateo 25, los signos de los tiempos parecen ser una señal de que vamos para peor.
Un «signo de los tiempos», pero de los tiempos finales, es la aparición en escena, cada vez más conocida, del mal pastor. Este personaje no es más que la antítesis de Cristo, Buen Pastor, que da la vida por sus ovejas. Esta figura -la del Buen Pastor- sería suficiente para retratar la imagen de aquella nefasta figura -la del mal pastor- que ocupa cargos eclesiásticos y que hoy ostenta el poder de callar la voz de cualquiera que osare disentir de sus modales irenistas y agelatinados.
El Papa Francisco ha llamado a los pastores a tener «olor a oveja», imagen que -confieso- me parece muy apropiada. Quisiera por eso, para que aquella metáfora quede más clara (desde mi pobre perspectiva) indicar cómo es el pastor que NO TIENE «olor a oveja».
Sin pretender hacer un documento exhaustivo, ni siquiera un tratado, delinearé la imagen del mal pastor, rogando a Dios que yo mismo, siendo sacerdote, me mantenga alejado de semejante figura, aunque para ello tenga que dar por finalizada mi jornada terrenal:
En un círculo de formación de universitarios hemos estudiado muchísimas veces acerca de las pruebas de la existencia de Dios y del origen «creacional» del universo.
Muchas veces se nos tacha a los católicos como destructores de la sociedad, como retrógrados o medievales: nos acusan de oponernos al progreso de los pueblos. ¡Ja! Y lo peor, es que muchos católicos terminan asumiendo tremendo complejo de inferioridad y pensando que pertenecen a la institución más horrenda de la historia, pidiendo «perdón por el pasado oscuro» y otras tonterías.